Cada vez estoy más convencida de que la industria cosmética se sostiene sobre una mentira: hacer creer a sus clientes que la eficacia de sus productos tiene una base científica.
Las bases científicas de los cosméticos son comprendidas desde hace décadas. La industria de la belleza se sustenta sobre un marketing muy sofisticado que esconde un burdo timo.
Tomemos como ejemplo las cremas: todas funcionan igual. Mantienen la piel suave porque reducen la evaporación en la epidermis. Una crema hidratante de 2 euros es tan eficaz como la “super loción de París” que cuesta 100 euros.
Lo mismo ocurre con los tratamientos antiarrugas. Un antiarrugas es, simplemente, una crema hidratante a la que se le añaden proteinas vegetales. Esas proteinas son cadenas de aminoácidos muy largas y que se estiran mientras están rodeadas de crema. Cuando la crema se seca de la piel, las cadenas de aminoácidos se contraen y tensan la piel. Por eso reducen temporalmente las arrugas. Funciona igual el antiarrugas más caro que el más barato.
“¡No puede ser!”, me diréis. “La loción que yo uso incluye Micropartículas con Tecnología Nutriplex y Estimulina de ADN”.
Aquí está el nudo del asunto. La eficiacia de estos “super-ingredientes” (a los que bautizan con términos que parecen muy técnicos) carece de toda base científica.
Las empresas cosméticas quieren hacernos creer que realizan investigación de vanguardia, pero sus estudios ni se publican en revistas científicas ni pasan los mínimos criterios que requiere el método científico. Para ser aprobados, los productos cosméticos sólo tienen que demostrar que no son perjudicales para la salud. En cambio, para que un medicamento sea aprobado, es necesario demostrar no sólo que no es perjudicial, sino que además funciona. El desarrollo de un medicamento requiere de años de ensayos clínicos. Las líneas de cosméticos se renuevan a cada temporada.
Entonces, ¿por qué las empresas cosméticas no son denunciadas por publicidad engañosa?
Porque la industria cosmética mueve miles de millones de euros y eso significa que puede pagarse excelentes abogados. Tener buenos abogados no sólo es útil cuando vas a juicio, sino también cuando redactas los anuncios de tus productos. Estas empresas se cuidan mucho de no decir mentiras, pero consiguien, a la vez, que el cliente entienda lo que a ellas les interesa.
No tengo nada en contra de quienes disfrutan comprando cosméticos caros. Yo también hay veces que se me nubla la mente y acabo engañada y gastando un dineral en un producto que no cumple con lo que promete. Lo que me indigna de la industria cosmética es que utiliza la confianza que la sociedad tiene en la Ciencia para enriquecerse con productos dignos de alquimistas medievales.
Es curioso como es el ser humano al que si le vendes una crema por 10 euros no le hace tanta gracia como si le vendes esa misma crema por 60 euros. Es como que pagando más el producto es mucho mejor lo cual es un gran error porque los principios activos son los mismos en todas las cremas.
Hay laboratorios que hacen cosméticos y del mismo preparado envasan a distintos sitios, es decir, la misma crema se prepara para distintas marcas sin variar ningún ingrediente ni cantidad o porcentaje y la venden a grupos que luego la distribuyen a centros y tiendas y claro, según la etiqueta que lleven esa misma crema puede costarte 60 euros o 10 euros siendo ¡la misma crema!
Y ya no hablemos de cuando desde un laboratorio nos dicen que han descubierto un principio nuevo porque ahí también hay mucho engaño. Por ejemplo la famosa orquídea de Dior que decían que incluso tenían alquilado un terreno en no sé qué país donde sólo se daba ese tipo de orquídea y al final resultó que ni era orquídea exclusiva, ni tenían el terreno exclusivo de cultivo, ni siquiera era una orquídea sino un tipo de Iris parecido a una orquídea y no usaban las flores sino los rizomas y resultó que ese tipo de Iris es el que usan en todos los cosméticos que llevan ese principio, que ni resultaba caro adquirirlo como decían los de Dior que para hacer un bote de su famoso serum necesitaban no sé cuantos kilos de pétalos de esas orquídeas.... .así que con ese plan estaban vendiendo su serum a casi 200 euros el bote!…un serum que yo misma he probado porque fue un regalo que me hicieron y con el que no vi resultado alguno de nada, vamos, nada que hiciera ese serum distinto de muchos otros o incluidos los de gama blanca.
¿Qué diferencia un medicamento genérico de uno de marca? siendo el mismo principio activo, por ejemplo la aspirina de Bayer y la AASS que es la aspirina genérica, ambas son ácido acetil-salicílico en la misma cantidad, calidad y proporción.¿ La diferencia? que la genérica cuesta un euro y la de marca tres euros. Las marcas se pagan porque la publicidad y el marketin además de la reputación ganada, cuesta mucho dinero, dinero que hay que sumar al precio final. No es más que eso.
Al final las cremas de gama alta y muchas cremas de marca no tan cara pero sí conocida, es todo puro negocio avalado por nuestras mentes olvidadizas que no recuerdan que anteriormente esas casas que prometen quitarte las arrugas o la celulitis no cumplieron para nada sus promesas pero seguimos con tantas ganas de creer en las nuevas promesas adornadas de datos futuristas que volvemos a ilusionarnos y a gastarnos lo que nos piden. Lo peor es que esa ilusión se desvanece muy pronto y al final acabamos aparcando el bote del nuevo cosmético porque resulta que no vemos resultado alguno después de usar el producto varios días.
Amigas que no nos engañen más. Hay que cuidarse e intentar estar mejor cada día pero no a costa de arruinarnos. En el mercado tenemos infinidad de productos muy baratos que cumplen su función a la perfección. Más caro no significa nunca más efectivo.
Nota: Si os interesa este tema, os recomiendo el libro “Bad Science”, escrito por Ben Goldacre, investigador médico en la Universidad de Oxford. En sus páginas podéis encontrar multitud de detalles sobre los fraudulentos ensayos clínicos de las empresas cosméticas y también los argucias legales para evitar denuncias por publicidad engañosa.